La física dejó el siglo veinte con numerosas aportaciones al conocimiento científico desde áreas como la mecánica newtoniana, la termodinámica, la óptica, la electricidad, el magnetismo, la radiactividad, la relatividad y la mecánica cuántica. Hoy se encamina hacia nuevos horizontes para comprender desde el origen, la estructura y la evolución del universo hasta los mecanismos que gobiernan las complejas interacciones sociales.
En México se hace mucha investigación al respecto pero hacen falta medidas para consolidar los avances logrados y para aumentar el impacto y la participación mexicana en un terreno mundial cada vez más pujante. Con el objetivo de abundar en estos temas, se realizó el jueves 21 de marzo, la mesa redonda “Retos y perspectivas de la física en nuestro país”.
El evento, forma parte de la serie de mesas redondas del proyecto “Hacia dónde va la Ciencia en México”, organizadas por el Conacyt, la Academia Mexicana de Ciencias (AMC) y el Consejo Consultivo de Ciencias, se llevó a cabo en el Instituto de Física de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
En la discusión participaron los investigadores Leonardo Dagdug, de la División de Ciencias Básicas e Ingeniería de la Universidad Autónoma Metropolitana; Gerardo Cabañas, director del Centro de Nanociencias y Micro y Nanotecnologías del Instituto Politécnico Nacional; Lorenzo Díaz, de la Facultad de Ciencias Físico-Matemáticas de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla; Luis Orozco, del Joint Quantum Institute de la Universidad de Maryland en Estados Unidos, y Manuel Torres, director del Instituto de Física-UNAM. Los últimos cuatro miembros de la AMC.
Uno de los retos planteados de manera coincidente en la mesa fue la creación de nuevas instituciones de estudios superiores y centros de investigación en diferentes partes del territorio nacional, con el objetivo de aumentar el capital humano y de fortalecer las áreas estratégicas en las que México tiene amplia experiencia.
En el campo de los sistemas complejos, la física biológica forma parte del mismo, comentó Leonardo Dagdug, sin embargo, mencionó que no hay departamentos o institutos que se dediquen a la física biológica como tal. Mientras que más de 500 universidades alrededor del mundo ya cuentan con alguno de estos centros desde mediados del siglo pasado; en el país, “los esfuerzos provienen de investigadores que tienen colaboraciones en otros países, aquí no hay ninguna directriz clara”, dijo.
Para este propósito se pueden aprovechar las experiencias de los científicos que han trabajado en laboratorios internacionales, como los que se dedican a la física de altas energías, comentó Lorenzo Díaz.
Hay muchos científicos que trabajan en proyectos como los del Gran Colisionador de Hadrones del CERN y están interesados en regresar próximamente al país, agregó, lo cual sería una buena oportunidad para relocalizarlos y emprender experimentos más ambiciosos en los que la participación mexicana tenga un papel dominante.
El establecimiento de un laboratorio nacional de altas energías en México es una iniciativa que ya se está platicando en la comunidad científica, aseguró Díaz. A esta iniciativa, dijo por su parte Manuel Torres, se suma la propuesta de construir un sincrotón en territorio nacional, ya planteada en 2011.
Sin embargo, puntualizó que para incrementar el número de investigadores no basta con ampliar la infraestructura, sino también proveer de las condiciones adecuadas de trabajo en los lugares que ya existen.
Por otro lado, dada la creciente tendencia hacia la interdisciplina entre las diferentes ramas de la física, durante la conferencia se resaltó la necesidad de establecer programas de investigación y posgrados nacionales que la incluyan y apoyen. “Debemos aprender a colaborar de forma más sistemática y menos empírica como lo hemos hecho, así como tener planes y objetivos bien definidos y pensados, pues creo que tampoco lo hemos hecho adecuadamente”, dijo Gerardo Cabañas.
Otro de los retos comentados en la mesa fueron las sinergias que se pueden dar entre ciencia e industria.
Gerardo Cabañas habló del cluster de Nanotecnología del Estado de Nuevo León, para ejemplificar lo que “sí se debe hacer” para acercar la academia con la industria para proponer y concretar proyectos. El cluster, o agrupación, “incluye a una incubadora, un parque y una serie de centros de investigación integrados por diferentes instituciones de diversas regiones de México, así como empresas; tiene una estructura bien organizada y varios comités”.
Por su parte, Luis Orozco habló de la empresa extranjera Intel, la cual, contrató a 30 investigadores del Centro de Tecnología de Semiconductores del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del IPN en el año 2000 para trabajar en diferentes áreas dedicadas a la validación, el desarrollo de nuevos productos, la interoperatividad, la compatibilidad, el diseño lógico y físico, así como al desarrollo de plataformas; a la fecha tiene más de dos mil personas contratadas para tales fines, cien de ellas con doctorado.
El tercer reto planteado en la mesa fueron los mecanismos para repercutir en las políticas públicas. Al respecto, Luis Orozco propuso: “Tenemos que educar a Conacyt, a los administradores universitarios, y a otros en lugares de toma de decisiones mediante talleres para mostrarles lo que ya se hace, que se hace bastante en el país. Creo que ese ha sido el gran éxito que ha tenido en Estados unidos el crecimiento de la información cuántica e igual en Europa”.
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