Niveles de ruido, incremento de autos, proliferación de bares, invasión de espacios públicos, afectan la calidad de vida de los habitantes
Los conflictos que tienen lugar en los espacios urbanos donde el modo de vida de los habitantes se ve afectado por decisiones gubernamentales, fue materia de análisis durante el Seminario Hábitat y Centralidad, hacia la Construcción Teórica del Objeto de Estudio, que reunió a investigadores de diversas instituciones en la Casa Rafael Galván de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
Fenómenos que afectan la calidad de vida de los habitantes como los niveles de ruido y el incremento del número de autos, la proliferación de bares en ciertas zonas como la colonia Condesa, la invasión de espacios públicos, que rompen la tranquilidad de los vecinos no sólo de este tipo de colonias, sino también de zonas populares, dan cuenta del conflicto que se establece entre centralidad y hábitat.
La doctora María Teresa Esquivel Hernández, coordinadora de la Maestría en Planeación y Políticas Metropolitanas de la Unidad Azcapotzalco, señaló que el concepto de “centralidad” se aborda como una relación conflictiva, por ejemplo, “entre proyectos que se desarrollan en las colonias Condesa y Roma, donde hay un choque entre las funciones del barrio y las prácticas de sus habitantes y las funciones de toda la metrópoli”.
Lo anterior, dijo, se manifiesta en los problemas entre los propietarios que llegan a situar establecimientos como restaurantes y bares, causando la protesta vecinal ante la alteración de su vida cotidiana y su tranquilidad.
Estos problemas hacen que una zona como la colonia Condesa entre en conflicto con los pobladores que habitan un espacio considerado como “área de centralidad”, explicó.
Sin embargo, advirtió, esto sucede también en otros sitios considerados populares como el barrio de Tepito, la colonia Guerrero o la colonia Obrera. En algunas áreas de este “polígono de centralidad” se ha buscado mediante diversas políticas gubernamentales, garantizar que la gente de menores recursos pueda permanecer en lugares centrales, con todas las ventajas porque es en ella que tienen empleo, servicios y toda la infraestructura para la vida diaria.
Lo anterior provoca que en estas mismas áreas se genere lo que algunos estudiosos llaman el “espacio disputado”, donde “la centralidad entra en conflicto con el hábitat popular y se busca sacar” a los habitantes.
Expuso que ante dicho contexto, la investigación que desarrolla actualmente está relacionada con el programa que se impulsó después de los sismos de 1985.
El programa Renovación Habitacional Popular respondió a la demanda de los damnificados, que ya tenían toda una tradición de lucha, por permanecer en las zonas centrales, que también son céntricas, como la Guerrero.
Reconoció que hoy existen muchos programas de rescate de espacios e inmuebles en riesgo, cuyo objetivo es lograr que la gente permanezca y regresar la función habitacional del centro; sin embargo, “no siempre se ha logrado”, pues entran en juego diversos intereses: los de los promotores inmobiliarios que quieren invertir y sacar su ganancia; los de la población que quiere vivir en estos sitios y tener acceso a servicios, y los del gobierno que busca que tales intereses se armonicen.
“Todo esto entra en juego y en el caso de las áreas centrales hay una pérdida grande de población que ha salido y eso no es justo”, comentó.
Nuestro proyecto busca hacer una evaluación de esa política a casi 30 años de distancia y analizar cómo la gente ha vivido este espacio de centralidad, quiénes se han ido y por qué, quiénes han permanecido y cómo se encuentran las viviendas que recibieron hace tres décadas, entre otras variables, entre las que serán de gran importancia las cualitativas.
En ese sentido destacó la importancia de este seminario en el que los participantes desarrollarán diferentes líneas de investigación con el fin de lograr un documento que sirva como base de discusión en otro seminario internacional que tendrá lugar en la UAM en el mes de septiembre del presente año.
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