Gran Bretaña ya saltó. Ahora busca desesperadamente el paracaídas.
Europa/Agencias
La decisión sin precedentes de Gran Bretaña de abandonar la Unión
Europea tuvo consecuencias el viernes en todo el país y el resto del
mundo al sacudir los mercados financieros, provocar la renuncia del
primer ministro, David Cameron, e incluso amenazando los lazos que
hermanan al Reino Unido.
Los británicos absorbieron la abrumadora materialización de que su
voto en contra del poder establecido llevó a la economía británica a
un territorio peligroso e incierto, y provocó una profunda crisis en
un bloque fundado para unificar a Europa luego de la devastación de la
Segunda Guerra Mundial.
Quienes hicieron campaña por la "salida" elogiaron el resultado como
un triunfo de la democracia británica en contra del gigante
burocrático de la Unión Europea.
El exalcalde conservador de Londres, Boris Johnson, dijo que "el
pueblo británico habló por la democracia en Gran Bretaña y Europa",
mientras que Nigel Farage, líder del Partido de la Independencia de
Reino Unido, de extrema derecha, dijo que "sale el sol para un Reino
Unido independiente".
Pero para el 48% de los votantes británicos que querían seguir
perteneciendo a la UE -y para los 2 millones de europeos que viven y
trabajan en Gran Bretaña pero no pudieron votar- solo hubo tristeza,
enojo e incluso pánico.
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