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jueves, 28 de febrero de 2013

Incorrecciones instantáneas

Foto: Soledad Calés

Para el profesorado, incluido el de la enseñanza superior, la mala ortografía es un quebradero de cabeza. Los alumnos de hoy tienen una preparación que es la envidia de sus mayores:  saben —más o menos— idiomas, ven mundo y acceden a altos títulos universitarios. Les falta, sin embargo, aquel afán por la caligrafía y la ortografía que los viejos maestros colmaban a base de reglas y dictados. Ahora, dicen los profesores, el panorama es desolador y el que está a punto de licenciarse es capaz de rellenar un examen con errores que hacen daño a la vista: vailar, habrir o derrepente.

La sospecha más generalizada es que los docentes han ido bajando el listón paulatinamente frente a las crecientes incorrecciones ortográficas de los exámenes de sus estudiantes; y estos no acaban de ver la utilidad de poner una h en su sitio o eliminar una tilde allá donde las normas dicen que no debe de estar.

Así, se da la paradoja de que en un país como España, que ha superado con creces sus viejos índices de analfabetismo y que lee más que nunca, las faltas de ortografía se hayan convertido en una lacra contra la que los profesores se sienten incapaces de luchar, si bien hay quien sueña con la pequeña transformación que promete una de las reformas del ministro de Educación, José Ignacio Wert: aumentar el número de clases de Lengua en secundaria.

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La mala ortografía se ha convertido en un verdadero quebradero de cabeza para los profesores.... del habla hispana

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