Miles de mujeres en México pasan el día entre el
nixtamal, las ollas y el humo, cocinando en fogones que no sólo llenan
de hollín sus techos, sino que también poco a poco dañan su salud y
suman año tras año toneladas de gases de efecto invernadero a la
atmósfera.
En millones de hogares mexicanos el olor a tizne y el
sonido del crujido de la madera al quemarse, aun enmarca la
cotidianidad, donde el humo perfuma las casas, entra como aguja a los
ojos y lentamente invade los pulmones de quien esté cerca; situación que
podría cambiar con la utilización de estufas ahorradoras de leña.El gerente de local de Microsol en México, Raphaël Dard, señala que la utilización de estas cocinas ecológicas además de disminuir la mortalidad a causa de enfermedades respiratorias y mejorar la calidad de vida de las personas, ayuda a combatir la deforestación y reducir de emisiones de dióxido de carbono (CO2), para convertirlo en bonos de carbono.
De acuerdo con el directivo de la firma francesa, un fogón abierto en las comunidades donde opera Fondo Pro Cuenca Valle emite en promedio 7.9 toneladas de CO2 al año; mientras que una estufa mejorada de la organización emite en promedio 4.6 toneladas, además de reducir el consumo de leña de forma significativa para las familias.
Por esta razón, Microsol se ha dado a la tarea de impulsar estufas ahorradoras en el país y suman mil 190 cocinas mejoradas ya instaladas de Fondo Pro Cuenca Valle en el programa Utsil Naj, gracias al cual esperan para la primera emisión generar 70 mil bonos de carbono en los próximos meses, equivale a la reducción de 70 mil toneladas de dióxido de carbono.
Doña Cristina García, habitante de la comunidad de Palo Mancornado, del municipio de Amanalco de Becerra, estado de México, ha sido una de las primeras beneficiadas, quien luego de años de hacer sus alimentos en un fogón rodeada de humo durante buena parte del día, decidió entrar al programa y remodeló su cocina.
“Antes necesitábamos mucha madera, no me alcanzaba una carga ni para una semana, ahora se cocina muy bien, sin que estemos batallando con el humo en la casa”, gracias a la construcción de una estufa de leña con una cámara de combustión que maximiza el calor y envía el humo por una chimenea hasta el exterior.
Sin embargo, Agustina Colín no es tan afortunada, en su cocina su comal resalta postrado sobre tres piedras que contienen la leña ardiendo, el humo humedece lo ojos, tiñe de negro las láminas, las cazuelas y los tablones; no obstante, ahí pasa la mayor parte del día, haciendo tortillas y cocinando para su familia.
Raphaël Dard indicó que si bien es fácil encontrar recursos para iniciar un proyecto de este tipo, es difícil darle continuidad, por esa razón el Fondo Pro Cuenca se asoció con Microsol, para generar bonos de carbono que permitan financiar la sostenibilidad de la iniciativa.
“En México y América Central, trabajamos con 11 organizaciones, juntamos con todos estos proyectos más de 26 mil estufas. En México aún estamos certificando, pero esperamos que para diciembre lleguemos a más de 70 mil toneladas de dióxido de carbono”, afirmó.
Comentó que en el país hay un contexto favorable en la creación del mercado de bonos de carbono, a través de la plataforma creada en la Bolsa Mexicana de Valores (BMV) México2, lo que permitirá que haya recursos para que el proyecto se autogestione y sea de largo plazo.
“Es una colaboración con la Bolsa Mexicana de Valores, a través de México2, ellos son los intermediarios entre proyectos como los nuestros y los clientes que son las empresas que tienda política de responsabilidad social, nosotros certificamos los bonos de carbono y ellos se encargan de encontrar a los clientes”.
En este sentido, el director de México2, Eduardo Piquero, explicó que las estufas es uno de los proyectos que se encuentran dentro Plataforma Mexicana de Carbono, la cual busca promover la creación del mercado, al actuar como intermediario entre las asociaciones y las empresas interesadas.
“México es punta de lanza a nivel América Latina en la creación de un mercado de bonos de carbono, en el 2012 aprobó la ley general de cambio climático, que entre otras cosas plantea metas de reducciones de emisiones de gases de efecto invernadero para el país para el 2030 y 2050”, destacó.
Piquero explicó que iniciativas como la de Microsol y Pro Cuenca se encuentran contempladas dentro de la nueva legislación, con la creación de instrumentos financieros que permitan la transferencia de recursos e ingresos a comunidades menos favorecidas, que reduzcan la emisión de gases de efecto invernadero.
A decir del director de México2, lo mejor que puede hacer la Bolsa Mexicana de Valores es poner en contacto a las agrupaciones con empresas que deseen mostrarse como ambientalmente responsables y que hagan de su estrategia de cambio climático un componente esencial.
“Estamos muy cerca de la emisión -de Microsol- ya está ingresando en la Plataforma Mexicana de Carbono en la BMV, ya solicitamos su ingreso y estamos en espera de que sea aprobado en breve por el comité el cual evalúa el impacto ambiental de cada uno de los proyectos”, afirmó en entrevista.
Asimismo, confió del éxito de este mercado, ya que la nueva regulación impulsará que cada vez más compañías volteen a ver a estas iniciativas para cumplir con el impuesto al carbono recientemente aprobado.
“Es este impuesto eventualmente va a poder ser compensado con proyectos como este, es un mecanismo para que las empresas puedan destinar parte de un impuesto a ciertos beneficios ambientales de acuerdo con su preferencias, pueden apoyar a proyectos como éste uno similar”, subrayó.
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