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miércoles, 12 de marzo de 2014

Científicas españolas recrean la superficie de la luna Europa

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El agua, las sales y los gases disueltos en el gran océano que se supone
hay bajo la gélida corteza de Europa pueden ascender hacia la superficie y
generar las enigmáticas formaciones geológicas teñidas de rojo que se
observan en este satélite de Júpiter. Así lo confirma el experimento que
investigadoras del Centro de Astrobiología (INTA-CSIC) han efectuado en
el laboratorio con agua, dióxido de carbono y sulfato de magnesio.

SINC | 12 marzo 2014 09:53
Los científicos sospechan que el interior de Europa, una de las lunas
heladas de Júpiter, existe un océano de agua líquida, el elemento esencial
para la vida en la Tierra. Esta teoría surgió a partir de la información
facilitada por las misiones Voyager y Galileo, que también registraron
fracturas y enmarañados terrenos rojizos que contrastan con el blanco
glacial del resto de su superficie.
Algunas de estas estructuras geológicas parece que se asocian al ascenso
de fluidos procedentes del interior, según sugieren las medidas de las
sondas espaciales. Los datos también indican que, aparte de hielo de agua,
hay sales –sobre todo sulfato de magnesio, MgSO 4 – y compuestos
volátiles como el dióxido de carbono (CO 2 ), el dióxido de azufre (SO 2 ) y el
agua oxigenada (H 2 O2 ).
Ahora, con
todas estas
premisas,
investigadoras
del Centro de
Astrobiología
(INTA-CSIC) han desarrollado un experimento para explicar qué procesos
geoquímicos pueden estar teniendo lugar entre el océano y la superficie de
la luna, es decir, en su corteza helada, donde también podría haber fluido
acuoso.
“Igual que el magma de la Tierra aflora hacia la superficie, en Europa puede
suceder un fenómeno parecido, aunque en este caso sería un criomagma
acuoso el que asciende desde el gran océano interior hacia afuera”, señala
Victoria Muñoz Iglesias, una de las autoras de este trabajo, que publica la
revista Geochimica et Cosmochimica Acta.
Para confirmar su hipótesis, las científicas han simulado en el laboratorio
las condiciones extremas de los reservorios de fluidos en la corteza, en
concreto su alta presión (hasta 60 bares) y baja temperatura (unos –3 ºC).
En estas condiciones han observado lo que sucede a una disolución acuosa
con CO 2 y MgSO4 –como se supone ocurre en el océano y los depósitos
acuosos de la corteza– cuando asciende y se enfría.
El resultado es una variedad de procesos parecidos al vulcanismo de la
Tierra, pero a temperaturas gélidas. Así se forman tres tipos de minerales:
hielo de agua, clatratos de dióxido de carbono y sulfatos de magnesio muy
hidratados (epsomita, meridianita).
“Estos procesos de cristalización son exotérmicos –liberan energía– y,
además implican cambios de volumen dentro de la corteza, cuando el
criomagma se solidifica”, dice Muñoz-Iglesias. “Si en la asociación mineral
final la cantidad de clatratos es menor que la de los sulfatos, aumenta el
volumen y se produce una fracturación de la corteza; pero si la proporción
de clatratos es mayor que el resto, se reduce el volumen y se desmorona el
terreno situado encima. Ciertas fracturas y terrenos caóticos de la
superficie de Europa se pudieron generar así”.
El misterioso color rojizo
Respecto al color rojizo de estas formaciones, la investigadora indica que
se podría producir por la alteración de las sales debido a la fuerte
irradiación de partículas cargadas de Júpiter, dando lugar a compuestos
sulfurosos. Otras teorías apuntan al bombardeo de este tipo de elementos
con azufre procedentes de las emisiones volcánicas del vecino satélite Io.
“En cualquier caso, nuestros experimentos muestran que a través del
sistema H 2 O-CO 2 -MgSO 4 se pueden explicar ciertas características de la
superficie de Europa en cuanto a su composición, morfología y topografía,
partiendo de un medio acuoso salino, tan importante para los seres vivos
en la Tierra”, concluye la investigadora.
Europa es uno de los mejores candidatos para albergar un ambiente
habitable dentro del sistema solar. Este mismo mes el presidente Barack
Obama ha presentado el presupuesto de 2015 de la NASA donde se incluye
una partida de 15 millones de dólares para, en la próxima década, buscar
indicios de vida en esta luna.
Por su parte, la Agencia Espacial Europea (ESA) también tiene previsto
lanzar en 2022 la misión JUpiter ICy moons Explorer mission (JUICE).
Cuando la sonda llegue en 2030 a su destino, las lunas heladas de Júpiter,
se aproximará dos veces a Europa para medir por primera vez el grosor de
su misteriosa corteza.

Referencia bibliográfica:
Victoria Muñoz-Iglesias, Olga Prieto-Ballesteros, Laura J. Bonales.
“Conspicuous assemblages of hydrated minerals from the H 2 O–MgSO 4 –
CO 2 system on Jupiter’s Europa satellite”. Geochimica et Cosmochimica
Acta 125: 466–475, 2014.

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