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domingo, 19 de octubre de 2014

La iglesia no debería temerle al cambio, dice el Papa al cierre de sínodo

El Papa Francisco encabezó el cierre de un encuentro de obispos católicos que dejó en evidencia profundas divisiones en torno a asuntos como la homosexualidad y el divorcio, y dijo que la iglesia no debería temerle a los cambios ni a los nuevos desafíos.
Francisco, que ha dicho que desea una iglesia católica más compasiva y menos rígida, hizo estos comentarios durante un sermón ante 70.000 personas en la Plaza de San Pedro, al cierre de la asamblea de dos semanas, conocida como sínodo.
Las sesiones de debate terminaron el sábado por la noche con la divulgación de un documento final que revirtió una posición inicial de aceptación a los homosexuales, una iniciativa que habría sido histórica para la Iglesia Católica y cuyo resultado fue considerado por algunos progresistas como un revés para el pontífice.
En la misa del domingo, Francisco beatificó al Papa Pablo VI, quien falleció en 1978, dejando más cerca de la santidad al pontífice conocido por concluir las reformas del Segundo Concilio del Vaticano y consolidar la prohibición de la iglesia a la anticoncepción.
Después de que un borrador del documento final del sínodo fue publicado el lunes, obispos conservadores intentaron cambiar las referencias a las personas homosexuales, a la vida en pareja fuera del matrimonio y al divorcio, diciendo que generarían confusión entre los fieles y amenazaría con socavar a la familia tradicional.
Francisco dedicó buena parte de su sermón al sínodo, que abordó los controvertidos tópicos sobre homosexualidad y los cambios en las familias antes de un encuentro definitivo que se realizará en octubre del próximo año luego de más discusiones a nivel local en todo el mundo.
"Dios no le teme a las cosas nuevas. Esa es la razón por la que nos sorprende continuamente, abriendo nuestros corazones y guiándonos de maneras inesperadas", declaró.
El Papa dijo que la iglesia tenía que "responder con valentía a cualquier desafío que surja". Habló sobre valentía un día después de decirle a los obispos en la última sesión de trabajo que deberían estar atentos a la "rigidez hostil" de ciertas doctrinas conservadoras y a la "buena voluntad destructiva" de aquellos que buscan cambios a toda costa.
El pontífice describió al sínodo, donde unos 200 obispos a veces sostienen acalorados debates sobre temas como la moralidad sexual, como "una gran experiencia" porque sus participantes pudieron hablar en un ambiente de "verdadera libertad y creatividad humilde".
Ahora, dijo, "la iglesia no debe perder tiempo en la búsqueda de sanar viejas heridas abiertas y reactivar la esperanza de muchas personas que han perdido la fé".
El Papa, que instó a los obispos a expresarse sin tapujos al comienzo del sínodo, les dijo el sábado por la noche que habría estado "preocupado y triste" si no se hubiera producido una discusión tan honesta en las sesiones de trabajo.
Los resultados de votaciones dadas a conocer por el Vaticano mostraron que los tres artículos más polémicos, incluyendo la versión final sobre la homosexualidad, obtuvieron una mayoría absoluta pero no consiguieron los dos tercios necesarios para calificarlas como un consenso generalizado.
El Papa emérito Benedicto XVI asistió a la misa del domingo, en su cuarta aparición pública en un evento importante de la iglesia desde que renunció al pontificado en marzo del 2013.

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