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lunes, 8 de septiembre de 2014

Cameron, en serio riesgo por el referéndum de Escocia

 
 

Un voto favorable a la independencia, que hoy en día no parece imposible, haría pasar a Cameron a la historia como el jefe de Gobierno que permitió la escisión de Escocia del
Reino Unido después de 307 años, una decisión muy sensible y de enormes consecuencias políticas y económicas. Aunque el primer ministro y líder conservador insiste en que no dimitirá si triunfa la opción separatista en el referéndum que se celebra dentro de diez días, muchos en este país lo dudan, cuando apenas faltan meses para los comicios generales de mayo de 2015.
Fue Cameron quien el 15 de octubre de 2012 acordó con el ministro principal escocés, el independentista Alex Salmond, la celebración de ese histórico referéndum, aceptó un calendario a casi dos años vista, permitió que la palabra "independencia" figurase en la pregunta de la consulta y prometió que el resultado sería vinculante.
Muy impopular en una Escocia donde predomina el voto de izquierdas y donde es considerado el prototipo del inglés de clase alta, David Cameron, de 47 años, ha participado lo mínimo posible en la campaña a favor del "no" a la independencia, que hasta hace unos días daba por hecho su victoria en la consulta.
Los responsables de la campaña "Better Together" (Mejor Juntos), dominada por los laboristas, le dejaron claro que era más una carga que un activo, y Cameron huyó de los debates cara a cara con Salmond, dejando su lugar al laborista Alistair Darling, un exministro de Economía que se las tuvo que ver con el carisma del político escocés.
David Cameron afronta el referéndum del día 18 cuestionado por sus siempre inquietos correligionarios conservadores, que le reprochan su falta de dureza ante los avances del partido antieuropeo UKIP y varios errores de juicio, como cuando perdió en agosto de 2013 en los Comunes la votación para intervenir militarmente en Siria.
Si el "sí" triunfa y acaba de facto con el Reino Unido actual, el liderazgo de Cameron en el Partido Conservador y Unionista (su nombre completo) sería prácticamente insostenible, según la mayoría de los analistas.


Voto de confianza
Los "tories" podrían reclamar un voto de confianza sobre el "premier" en la Cámara de los Comunes -necesitarían al menos el apoyo de 46 diputados- o uno de sus miembros podría cuestionar su liderazgo, como cuando en 1990 Margaret Thatcher se vio abocada a abandonar Downing Street por una revuelta interna.
Si los augurios no son favorables para el líder "tory", tampoco parecen especialmente halagüeños para el Partido Laborista en caso de que Escocia vote por la independencia, que apoyan el 35 por ciento de sus correligionarios escoceses, según las encuestas.
El principal partido opositor tiene 41 diputados elegidos en circunscripciones escocesas y su pérdida podría hacer peligrar sus opciones de triunfo en los comicios de mayo de 2015.
La perspectiva ya es de por sí negativa para el Partido Liberal Demócrata, socio en la coalición de Gobierno de Cameron, que se vio relegado a fuerza política casi residual en las pasadas elecciones europeas, con apenas el 8 por ciento de los votos.
Los tres partidos británicos han defendido la permanencia de Escocia en el Reino Unido frente a la opción separatista propugnada por el Partido Nacionalista Escocés (SNP) de Salmond, que ganó las elecciones autonómicas de 2011 por mayoría absoluta con la promesa de convocar un referéndum de independencia.


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